El periodismo no es lo que era, empecemos con esa rotundidad. Hoy en día los periodistas se enfrentan a jornadas maratonianas sin tiempo de contrastar bien los temas y con la necesidad de no meterse en charcos innecesarios. Son pocos los periodistas que pueden escribir lo que quieran sin tener en cuenta ciertas variables que condicionan su trabajo, como, por ejemplo, la famosa línea editorial del que te paga. Y si hay que escribir de empresas u organizaciones y éstas son anunciantes o patrocinadores… pues también se condiciona la información, no le quepa duda.
Una vez que se entiende esta situación se comprenden muchas cosas y se pueden analizar muchos titulares, que cada vez más, no representan a las noticias, sino que buscan cliqueos de los internautas. Ya no se escriben los titulares para resumir o anunciar un contenido, ya se redactan los titulares para que alguien haga click en la noticia, aunque luego no tengan mucha relación lo uno con lo otro.
Así nos encontramos que los medios publiquen informaciones que han editado otros sin ni siquiera contrastarlas, ampliarlas o personalizarlas, en definitiva, si alguien dice una burrada, esa burrada aparecerá en 30 o 40 medios, casi todos digitales, sin apenas variaciones. La famosa inmediatez, incrementada por las redes sociales, que posiciona a los medios para el reparto de la tarta publicitaria.
Por supuesto que no todo es así, afortunadamente hay medios independientes y muy profesionales de los que presumir y compañeros ejemplares que son referentes para muchos de nosotros que nos dedicamos a esto de comunicar. Pero por desgracia son pocos.
Tufillo electoral
Y es este contexto el que se magnifica en un periodo electoral. Estamos en la era del todo vale, cualquier disparate de un político local, de un empresario irrelevante o de un famosillo puede ser elevada a noticia del día y luego endulzada con los topicazos de la ética, el ecologismo, la libertad de prensa… Hoy podemos acusar a quien queramos de lo que queramos, sin necesidad de ir a los tribunales. Basta lograr que algún medio residual se haga eco de tus declaraciones y ya has conseguido el daño que buscabas, aun sabiendo que lo que dices es malintencionado y falso.
Debemos defender como periodistas y como sociedad la esencia del periodismo que informa y que contribuye a formar lectores críticos y rechazar supuestos medios de comunicación en los que prevalece la cantidad sobre la calidad. Porque todos somos lectores y queremos leer, escuchar, analizar todas las fuentes de una información, no solo una de ellas reforzada por sus aduladores. A diario podemos leer noticias críticas sobre empresas sin que se recoja en la información la versión de dicha compañía, y empieza a ser demasiado habitual. ¿Dónde va quedando aquello de contrastar las noticias que aprendimos en la facultad de Periodismo? Y ojo con utilizar a actividades industriales como arma política, ojo con el empleo de miles de personas. No será la primera vez que cierra una empresa por presiones políticas y luego, como siempre, años de arrepentimiento, lo hemos visto en Cádiz, Huelva, Jaén…
Si las campañas electorales duraran 15 días pasaría todo relativamente rápido, pero por desgracia duran mucho más. La campaña en Andalucía empezó hace tiempo y sacará, como siempre, lo peor de todos. Ojalá diéramos ejemplo desde el sur con un periodo electoral que dé a conocer propuestas serias, reales y plausibles, y no campañas que consideran al ciudadano de inteligencia limitada. Y los periodistas también debieran huir de ese tufillo electoral que impregna todas las informaciones, sean políticas, económicas o incluso sociales.
Focalizar en lo negativo
Y lo peor de todo es focalizar en lo negativo. Si seleccionas al azar diez noticias de cualquier periódico, ¿qué porcentaje son positivas? Pocas. Es algo que desgraciadamente es habitual, centrarse en lo destructivo y lo negativo, sin atender al periodismo de demanda social. Toda noticia tiene varias lecturas y varios protagonistas, intentemos que todas y todos estén representados.
A partir de ahora y hasta el 19 de junio leeremos en los medios acerca de todos estos temas manidos que le dan rédito político a muchas organizaciones y personas muy concretas.
Serán de nuevo noticia los capítulos de presunta corrupción del pasado, se recuperarán denuncias ecologistas, especialmente en Huelva, y volverán las guerras internas en los partidos… Veremos a los partidos políticos hacer bandera de temas sobre los que en los últimos tres años y medio no han avanzado ni un ápice ni han interesado, pero que ahora pueden señalarse y utilizar a las personas teóricamente afectadas en su beneficio político sin que tengan que rendir cuentas futuras.
Empieza un nuevo tiempo electoral donde el que más tiene que perder es el que entra en el juego de las provocaciones. Como me decían de pequeño, nunca pelees con un cerdo en el barro, porque tú te manchas mientras él disfruta.
