Para responder a esta compleja cuestión es necesario llevar a cabo un análisis previo de toda una serie de variables que han afectado a los precios de la energía durante los últimos años. En primer lugar, deberíamos aclarar que la guerra de Ucrania no ha sido la responsable de la crisis energética por la que hemos pasado.
La subida del precio eléctrico comenzó allá por agosto de 2021, mes en el que se alcanzó un precio medio de 105,94 €/MWh (en enero del mismo año el precio medio fue de 60,17 €/MWh). Pero en diciembre de 2021, dos meses antes de que comenzara el conflicto entre Rusia y Ucrania, con un precio del gas en el entorno de los 111 €/MWh, el precio eléctrico en España se disparó hasta los 239,16 €/MWh. Con estos datos, resulta innegable, a pesar de lo que algunos defienden, que la guerra de Ucrania no fue el origen de la crisis energética, sino un factor que contribuyó a engrandecer sus efectos. Indudablemente, las restricciones de oferta de recursos energéticos, como el gas, con un precio en marzo de 2022 de 214 €/MWh, fueron decisivas a la hora de agravar la situación de crisis. El 8 de marzo de 2022 se alcanzó un precio medio récord de la electricidad de 544,95 €/MWh.
Me gustaría hacer un paréntesis, llegados a este punto, para introducir también un comentario acerca del problema de precios que afecta a la economía europea. 2021 se cerró en España con una inflación alta del 6,5%. El conflicto de Ucrania comenzó en febrero de 2022; por lo tanto, el crecimiento de los precios tampoco tuvo su origen en la guerra de Ucrania. Es cierto que la guerra agravó la situación y llevó el IPC a valores todavía mayores del 10,8% en julio de 2022. Por lo tanto, queda también demostrado que los problemas de inflación antecedieron al conflicto armado ruso-ucraniano. La inflación, que ha afectado a una gran parte de las economías de Europa, es un problema originado por un exceso de oferta monetaria. La inyección desproporcionada de dinero en las economías europeas, con emisiones descomunales de deuda durante los últimos años, han sido el origen real de la situación que vivimos con los precios.
A fecha de hoy el problema del precio eléctrico, con un precio del gas en el entorno de los 80/85 €/ MWh, parece estar bastante controlado. El primer trimestre del año hemos tenido oportunidad de contar con un gran aporte de energía renovables, lo cual ha contribuido a que el precio de la electricidad se situara por debajo de los 70 €/ MWh. En junio hemos requerido más aporte de los ciclos combinados, que al funcionar con gas, han provocado un leve repunte del precio, hasta llevarlo al entorno de los 85 €/ MWh.
A pesar de contar con una situación bastante estable en lo referido al precio eléctrico, no sería recomendable permanecer de brazos cruzados. Existen numerosos aspectos que podrían mejorarse de cara a prolongar en el tiempo, lo más posible, esta estabilidad de precios. Es importante contar a futuro con socios /proveedores energéticos fiables, de manera que no vuelvan a darse situaciones como la vivida con el gas ruso. Además, desde el gobierno se pueden hacer más esfuerzos encaminados a reducir en mayor medida los impuestos y costes regulados que forman parte de la factura eléctrica del consumidor final. Por último, deberíamos reabrir de nuevo el debate acerca del uso de las nucleares y no incurrir, como ya hizo Alemania, en un error histórico que tengamos que lamentar más tarde.
Y, ¿qué es lo que ocurre con el petróleo? Desde junio de 2022, momento en el que el barril de Brent se negociaba en el entorno de los 120 €, hasta hoy, hemos podido constatar una moderación del precio, hasta los 70 /75 €/barril. Estos precios parecen bastante lógicos, después de que el consumo de este combustible fósil por parte de China haya sido este invierno mucho más moderado de lo esperado. Por otro lado, Rusia se ha visto obligada, y también necesitada, a vender petróleo a precios razonables a determinados países. La guerra con Ucrania ha supuesto para Rusia un gravísimo error de cálculo. Inicialmente se planteó como una ofensiva que no duraría más que unos días o semanas; pero el apoyo de la comunidad internacional a Ucrania la ha convertido en un conflicto largo y enquistado del que Rusia no sabe cómo salir, tras casi año y medio de duración. A raíz de este con- flicto, y sobre todo al comienzo del mismo, EEUU se vio obligado a sacar al mercado grandes cantidades de crudo, mermando así sus reservas de manera importante. Todos estos factores han contribuido a que podamos disfrutar, en estos momentos, de precios del petróleo bastante razonables.
Volviendo a la cuestión inicial, ¿ha concluido ya la crisis energética? Podemos afirmar que la crisis de precios eléctricos que comenzamos en 2021, a cuenta del precio del gas, entre otros factores, está ya bastante controlada. No obstante, sería muy recomendable, como indiqué anteriormente y, de cara a evitar todo lo posible nuevos sobresaltos, reabrir el debate de las nucleares y esforzarse por buscar socios energéticos más estables y sobre todo fiables.
Pero el petróleo es otra cuestión diferente que nada tiene que ver con el comportamiento del gas y de la electricidad. No podemos obviar que nuestra economía, a pesar de todos los esfuerzos que se están llevando a cabo por electrificarla, sigue teniendo una alta dependencia de los combustibles fósiles. Resulta improbable que en los próximos 10 años vayamos a poder disfrutar de un parque de vehículos eléctricos implantado de manera generalizada. Esta alta dependencia del petróleo, unida a la gran volatilidad de su precio y disponibilidad, nos lleva a pensar que en cualquier momento podríamos asistir a nuevas tensiones inflacionistas originadas en los mercados internacionales de crudo.