Color de Abril es el sueño cumplido de Tamara Rodríguez una joven emprendedora a la que “siempre me ha gustado mucho la moda y la ropa, supongo que como al 99% de mujeres y a parte me gusta mucho el tema comercial y tratar con clientes ya que anteriormente he trabajado de dependienta, pero en otro sector” que además tenía muy claro cómo debía ser su proyecto “decidí que fuese una tienda online y no física por la conciliación familiar. Tengo dos niños pequeños y también necesito dedicarles tiempo así que decidí que era lo mejor para poder administrar mi tiempo para todo, pero es verdad que siempre necesitas ponerle más horas de las que crees en un principio. Pero de momento, aunque me gusta mucho el tema tienda física y el tú a tú con los clientes no es mi objetivo a corto plazo”.
Precisamente su vida personal y laboral le han empujado a tomar la decisión de montar este negocio. “Llevaba 5 años sin trabajar porque decidí dejar mi anterior trabajo para poder dedicarle tiempo a mi familia, pero llegué a un punto en el que necesitaba algo más, necesitaba sentirme realizada, hacer algo para mí, algo más que ser madre y ama de casa, que ya es mucho por supuesto, pero busqué algo con lo que llevaba soñando mucho tiempo y que me hacía feliz. En la zona en la que vivo es complicado encontrar un trabajo que me permita pasar las tardes con los peques y de esta forma pensé que era la mejor manera”
Este primer emprendimiento no está siendo fácil para Tamara que confiesa que “ahora mismo no tengo un sueldo, es gastos y más gastos, invertir en esto y en lo otro. Creo que todos idealizamos mucho el emprendimiento, tienes unas expectativas que no siempre se cumplen o por lo menos no tan rápido como esperas. Pero como suele decirse, sarna con gusto no pica. Y ahora mismo no me arrepiento, al contrario, estoy contenta y seguiré luchando para que esto funcione”, pero valora muy positivamente el hecho de que “soy mi propia jefa, organizo mis tareas como mejor veo y le dedico las horas que estimo oportunas sin un horario fijo definido. Cuando he trabajado por cuenta ajena, siempre he dado todo de mí y lo he hecho con muchas ganas, pero está claro que hacer las cosas para uno mismo cuestan menos esfuerzo y se hacen con más ganas todavía y cuando ves que tu trabajo poco a poco va teniendo una respuesta te sientes muy gratificada”.