27/12/2024

Así es como los basureros salvaremos el mundo
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Qué duda cabe de la creciente concienciación sobre la importancia del reciclaje. Estamos acostumbrados a separar en función de las nuevas normativas y los distintos contenedores, diferenciados por colores para […]

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Qué duda cabe de la creciente concienciación sobre la importancia del reciclaje. Estamos acostumbrados a separar en función de las nuevas normativas y los distintos contenedores, diferenciados por colores para facilitar su identificación y correcto uso. Con ellos, las calles empiezan a recordarnos al parchís. Sin embargo, lejos de ser un juego, que cada vez haya una mayor separación de los desechos que se pueden separar es positivo. A las organizaciones del sector medioambiental no se nos escapa que los residuos de hoy son los recursos del mañana. Una idea que cala en la sociedad cada vez más.

Y sin duda la base de todo este compromiso con el medioambiente reside en la acción particular y la acción en la calle. Es fruto del trabajo conjunto entre ciudadanos y operarios de los residuos, los basureros de toda la vida. Ésta, sin duda, es la profesión más importante para garantizar el correcto reciclaje y la reutilización de los residuos que generamos. Contar con profesionales implicados con el medioambiente y convencidos de la importancia que tiene su trabajo diario es lo que nos permite hacer las cosas bien a las empresas que nos dedicamos a la gestión de residuos. Su profesionalidad y eficiencia crean escuela, hace posible educar a los niños en valores y compromisos medioambientales, contagiar esa conciencia social que es la base de la economía circular y transmitir una máxima que compartimos en GSA: fabricamos futuro. Todo (el medioambiente) empieza por aquí.

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Sin embargo, pese a todo lo que ya hemos avanzado, aún nos queda mucho camino por recorrer. Y es que algo estamos haciendo mal si cuando nos quedamos sin tinta nos renta más comprar una impresora nueva que cambiar los cartuchos. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el porcentaje de residuos generados en nuestro país aumentó un 9,3% en 2021 respecto al año anterior. Pero también aumentó la cantidad de residuos reciclados sobre el total de residuos tratados: un 4,5% más en 2021 que en 2020.

En los últimos años ha empezado a coger fuerza un concepto muy familiar: economía circular. Ha pasado de ser un término de moda a convertirse en un proyecto global que nos involucra a todos: administraciones, empresas y ciudadanos. Un nuevo modelo productivo que busca dar una segunda vida a los productos que consumimos y que marca la hoja de ruta de la Unión Europea para reutilizar o reciclar el 60% de los residuos municipales para 2030 y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

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Las administraciones están impulsando normativas encaminadas a promover la economía circular, dotar a las empresas y a los ciudadanos de un marco normativo que favorezca el reciclaje y la reutilización y subvencionar proyectos que permitan alargar la vida útil de los productos, darles una segunda vida y reducir la generación de residuos.

En nuestra región, sin ir más lejos, se acaba de cumplir un año de la Ley de Economía Circular de Andalucía (LECA), pionera en España, que reconoce la necesidad de apostar por un cambio de modelo hacia uno que permita compatibilizar el crecimiento económico con la utilización adecuada de los recursos naturales existentes. Para ello, los Presupuestos de Andalucía para 2024 contemplan destinar 82 millones de euros a economía circular, un 91% más que el año anterior.

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También las organizaciones estamos respondiendo, incorporando estrategias empresariales enfocadas en el cuidado del medioambiente y la economía circular. Cada vez somos más las empresas que apostamos por el autoconsumo energético, por el reciclaje y la reutilización de los recursos, o la digitalización de nuestros procesos, con el objetivo de reducir la huella de carbono que deja nuestra actividad. Entre los beneficios para las empresas de impulsar la economía circular se encuentran la reducción de costes, el aumento de la eficiencia y la mejora de la imagen corporativa. Además, permite satisfacer las demandas de unos consumidores concienciados y comprometidos, que exigen productos y servicios sostenibles.

Este nuevo modelo productivo no permite impulsar la innovación, la eficiencia y la competitividad no sólo en cuanto a reciclaje, sino especialmente en las etapas de investigación y diseño, con la finalidad de que en la propia elaboración de un producto ya se contemple su reciclaje y reutilización. Un ejemplo de ello son las botellas de plástico y envases briks, que en su mayoría ya traen adheridos el tapón para evitar que se separe. Un tema muy debatido en los últimos meses por lo incómodo que resulta beber, pero que no deja de ser una solución creativa para facilitar el reciclaje y contribuir a reducir la cantidad de residuos. ¿Quién sabe? Quizá pronto demos con una alternativa igualmente eficiente y más amigable con nuestras narices.

En definitiva, las empresas estamos preparadas para asumir el reto de la economía circular. Y para conseguir este objetivo es fundamental la colaboración público-privada. Acelerar los procesos administrativos, como ya está haciendo la Junta de Andalucía, va a permitir una mayor agilidad y adaptar las exigencias medioambientales a las características de cada proyecto o negocio. Pero necesitamos que las administraciones públicas cuenten más con las empresas, que nos involucren, que nos den más facilidades para buscar nuevas soluciones innovadoras y sostenibles, o por lo menos que no dificulten nuestros intentos por contribuir al cuidado del medioambiente.

Palabra de basurero… y orgulloso de serlo.

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