Para quien no lo sepa, la sostenibilidad como término es algo que se ha comenzado a utilizar desde hace relativamente poco.
Un término que, según la RAE significa: “Cualidad de sostenible”. Lo que nos lleva a seguir indagando en una nueva búsqueda para saber más de este adjetivo que, tal y como nos vuelve a definir el oráculo de las palabras; sostenible se explica como: “especialmente en ecología y economía, que se puede mantener durante largo tiempo sin agotar los recursos o causar grave daño al medio ambiente. Desarrollo economía sostenible”
Estas dos definiciones a mí, personalmente me llevan a reflexionar, pero también a viajar en el tiempo. Volver la vista atrás y visitar un pasado en el que nuestros ancestros realizaban, esto que se ha puesto tan de moda y que resulta ser fundamental para nuestro futuro.
Ellos, los que nos antecedieron fueron los precursores de muchas de las cosas e iniciativas que se están llevando a cabo. Iniciativas que para muchos pueden resultar novedosas, innovadoras e incluso disruptivas y que, aunque no todas, algunas de estas ya estaban aquí cuando llegamos.
Así que permítanme, por favor, invitarles a volver a la tierra. Escuchemos a la Naturaleza. Sintamos su tempo y su tiempo e indaguemos en lo que fuimos porque sólo de esta forma podremos empezar a encontrar las respuestas que necesitamos para afrontar los tiempos que están por venir y sin caer en los mismos errores.
Nuestros antepasados supieron encontrar el verdadero equilibrio para asegurarnos el presente del que hoy disfrutamos. Afrontaron innumerables problemas y tuvieron que superar obstáculos que para el hombre de hoy sería inimaginable sin la tecnología y los adelantos de los que hoy disfrutamos.
Pero ellos, desde ese equilibrio supieron construir casas que ahora llaman ecológicas. Eran capaces de bajar la temperatura de las atestadas ciudades valiéndose de las plantas, construyendo paraísos naturales que hoy representan un pulmón verde para muchas de nuestras ciudades… Y para ejemplo, uno de los jardines más impresionantes con los que contamos en Andalucía: el Parque de María Luisa.
Las distintas revoluciones industriales y las masivas emigraciones de los pueblos a las grandes ciudades fueron episodios que supusieron no sólo una transformación en las formas de vida de todos, sino una modificación, que en ciertas circunstancias, se hicieron desde la especulación y el desconocimiento de lo que todo esto acarrearía.
Una especulación que “alteró” drásticamente la configuración de los espacios sin apenas pensar en las consecuencias que traería estos cambios para ellos y mucho menos si ser capaz de en cómo alteraría un mañana que resulta que ya es hoy.
Pero estamos aquí y a nosotros nos toca realizar este ejercicio de coherencia y sensatez con nosotros mismos, porque sólo de esta manera podremos hacer de la sostenibilidad una herramienta para que este lugar, sea el mejor sitio del Universo.
¿Parezco una romántica empedernida? Probablemente. Dejo a los expertos que sean ellos los que tracen las líneas a seguir. Yo me limito a observar y a transmitir lo que veo, oigo y siento.
Pienso que tenemos mucho por hacer para alcanzar las metas a las que tenemos que llegar. Es algo que debemos imponernos a nosotros mismos porque la sostenibilidad es hacer comunidad.
Comunidad para conseguir un crecimiento económico escalable, pero sin agotar los recursos naturales con los que contamos y sin causar daños a medio y largo plazo.
Comunidad para garantizar que todos tengamos acceso a un empleo digno, atención médica y a contar con una educación de calidad y a la altura de las nuevas demandas. Ya que, y no podemos olvidar que con la IA todo está cambiando y la educación tiene que responder a las demandas formativas y laborales de estos “tiempos modernos”.
Comunidad para evitar la contaminación y la degradación de lo que tenemos cerca pero también de lo que está lejos.
Porque nada, absolutamente nada nos puede resultar ajeno, aunque nos separe un océano y vivamos en diferentes continentes.
Somos habitantes de un planeta en el concretamente, y según recientes estimaciones de las Naciones Unidas, la población mundial actual es de 8.020 millones de personas.
Una cifra que suma y sigue porque ahora, en este momento en el que usted, lector está leyendo este artículo, y que estimo que será de un tiempo de lectura en el que empleará aproximadamente cinco minutos, habrán nacido 1.500 niños.
Todos los indicadores afirman que este número es “frenético”, pero para poder hacer tal afirmación deberíamos examinar todas las circunstancias, que se están dando ya que, y aunque nos puede parecer desproporcionado, sigue existiendo un primer mundo y un tercer mundo.
Un tercer mundo al que, no sólo se debe tener en cuenta, sino al que se tiene que, además de ayudar, ofrecer todo lo necesario para, ahora sí, poder desarrollar todo su potencial y formen parte de nuestro primer mundo.
Ha llegado el momento de trabajar juntos para que nadie, absolutamente nadie se quede excluido de un gran proyecto.
Un gran proyecto en el que proteger el planeta, frenar el cambio climático y promover el desarrollo social, es algo que tiene que ir intrínsecamente ligado al ADN del ser humano. Ese hombre que en el principio de los tiempos se aliaba para ir a la caza del mamut, como bien dice, Francisca Molina, de Selezziona consultores. Toda una experta en RSE y una eminencia de la sostenibilidad porque es la que más sabe.
Estas y no otras son las buenas intenciones que tenemos que marcarnos como prioridad, no porque quede recogido en ningún sitio, agenda o normativa oficial, sino porque es fundamental para poder vivir y convivir en esta casa común llamada Tierra.
