Hace pocas fechas que ha tomado usted posesión de su cargo como presidente de la Cámara de Cuentas de Andalucía, y creo que es necesario en primer lugar que nos explique qué es la Cámara de Cuentas y cuáles son sus funciones.
La Cámara de Cuentas en primer lugar es una organización parlamentaria. Es el gran fiscalizador que analiza cada euro que entra en el sector público andaluz ya sea en la Junta de Andalucía y todos sus órganos instrumentales, como en un Ayuntamiento, una Diputación, una Mancomunidad, cualquier empresa pública, las diez universidades públicas.
Nosotros distinguimos tres tipos de fiscalización: una es la auditoría pura, la que todo el mundo tiene un poco en mente; las operativas, donde vemos si las cosas han hecho bien, el trámite de una subvención, una ayuda o la de cumplimiento, si se hicieron bien las cosas en cuanto a la gestión financiera, en términos de operación. Pero la más importante es si se cumplió el fin por el que se destinó ese dinero público.
La Cámara de Cuentas es un órgano de extracción parlamentaria, lo que le garantiza la independencia para fiscalizar a todos independientemente de su adscripción política. Usted ha sido propuesto por el Grupo popular pero su nombramiento ha sido apoyado por todo el resto de grupos parlamentarios. ¿Qué supone esto para usted después de la trayectoria que ha tenido la Junta?
Todos los consejeros tenemos que ser nombrados por el Parlamento. En mi caso tuve la unanimidad. Para mí fue una satisfacción personal que todo el arco parlamentario pensara en mí como consejero. La sorpresa quizás vino un poco después, cuando en el Pleno de la Cámara, que es quien elige al Presidente, todos los consejeros me eligieron también por consenso. Esto hace bastantes legislaturas que no ocurría, que un consejero y luego el Presidente contase con el apoyo de todos los grupos parlamentario y me hace tener un doble compromiso. Esto creo que fue posible porque el Grupo Popular, en este caso su Presidente, que es también el Presidente del Partido Popular andaluz y el Presidente de la Junta de Andalucía, buscó una persona de consenso.
Yo creo que tiene que ver con que, en mi trayectoria política, que ha sido corta pero muy intensa, mi perfil ha sido muy técnico, tanto en el papel que tuve como viceconsejero de Turismo, Regeneración Democrática, Justicia y Administración Local, como incluso de consejero de Educación y Deportes, cargo que asumí tras el fallecimiento de Javier Imbroda.
Pero ahora yo estaba absolutamente ya fuera de este mundo. Volví a mi universidad, Loyola. De hecho, la llamada del presidente me pilló en Madrid en temas míos de investigación y pedí tiempo para pensarlo y una vez que tomé la decisión, pues aquí estoy. La verdad que muy satisfecho.
A nivel personal, ¿qué supone este puesto para un Catedrático de Economía de la Universidad Loyola que, como usted dice, estaba ya de nuevo centrado en la docencia y la investigación?
Creo que el ser Presidente la Cámara de cuenta, junto con el de ser Consejero de Economía, son los máximos retos que uno puede aspirar como economista, jamás me lo planteé. Yo no tenía en mi cabeza la posibilidad de que pudiera ser propuesto.
Par mí es un reto final. En un momento en que yo profesionalmente mejor me encontraba. Ya había conseguido mi catedra hacía 13 años, había vuelto a la universidad. Mi preocupación era sacar adelante nuevos doctores. Y ahora me veo siendo el máximo representante de un órgano fiscalizador del máximo nivel de la Comunidad Autónoma Andalucía.
Para mí es un reto porque sobre todo hay muchas cosas por hacer. Pensemos que la Cámara de Cuentas, que tiene ya 36 años necesita un reposicionamiento, una redimensión, tanto en cuanto al volumen de trabajo. Ha crecido en forma exponencial y eso hace falta un nuevo impulso. Me refiero a que gestionamos, con 120 funcionarios, 60 mil millones de euros, 1.700 instituciones están bajo nuestro paraguas.
Tenemos que darle un impulso y dentro de ese plan tiene que estar la inteligencia artificial.
¿Qué espera usted imprimir en la Cámara de cuentas cuando acabe este mandato?
El mandato es de tres años. Como consejero somos nombrados por seis años precisamente para garantizar así independencia que no vaya unido al ciclo político. Pero como presidente son tres.
Yo he focalizado mi presidencia en tres puntos: El primero forma parte de lo que estamos haciendo ahora mismo, que es la difusión de lo que es la Cámara de Cuentas. Yo creo que en estos primeros meses que llevo hemos tenido entrevistas tanto en radio, televisión, medios, prensa escrita a para explicar que es la Cámara. Hemos estado en foros, conferencias, hemos hecho plenos tanto en Sevilla como en otras provincias andaluzas. Y vamos a seguir con este periplo en otoño
El segundo pilar, que forma parte de la hoja de ruta ya del otoño, voy a priorizar en la rendición de cuentas. Las entidades locales de Andalucía, desgraciadamente, tiene la ratio de peor rendición de cuentas de los entes locales, por debajo del 50%.
Y la tercera es la introducción de la inteligencia artificial, precisamente para poder incrementar el volumen de fiscalización.
Esos son los tres pilares, porque en tres años yo creo que poco más me va a dar tiempo hacer. Hay otras cosas de índole menor. Vamos a cambiar la imagen corporativa o la página web. Es decir, hay en marcha ya una reforma intensa e integral de la Cámara de Cuentas.
Usted habla de hay un 50% de rendición de cuentas. ¿Eso quiere decir que los ayuntamientos están obligados a presentar las cuentas, pero no lo hacen?
No están obligados. La ley le dice que tienen que presentarla, pero no hacerlo, no tiene ningún tipo de sanción. Por lo tanto, en la práctica no están obligados. Hay comunidades autónomas en España cuyos órganos de control externo, como el de la Cámara, sí tienen una ley que vincula la rendición de cuenta con la subvención que recibe un Ayuntamiento, por ejemplo, la PATRICA. Nosotros no tenemos eso. Lo que vamos a hacer ahora es de una forma proactiva. Va a haber en otoño una ronda de reuniones técnicas en todas las diputaciones provinciales, con todos los ayuntamientos para explicarle exactamente qué tienen que empezar a presentar para que eso no sea un problema.
En Andalucía hay dos tipos de perfiles de ayuntamientos: ayuntamientos grandes con circunstancias de grave endeudamiento, una gestión, digamos, no demasiado positiva, que deciden no rendir cuenta y no les pasa nada. Después tenemos el gran problema, que es donde yo sobre todo quiero focalizarme, los pequeños ayuntamientos que tienen interventores a tiempo parcial.
Si todos los ayuntamientos rindieran sus cuentas, seguramente nos encontraríamos con mucho menos caso como ayuntamiento que tenemos en Andalucía, que en estos momentos incluso su patrimonio pertenece a fondos de inversión.
Todos tenemos en mente, algún ayuntamiento incluso cercano a la capital de Sevilla con ese tipo de problemática. Las administraciones locales tienen que rendir cuentas igual que hacemos todos los ciudadanos.
Hay alguna crítica de los grupos de la oposición sobre falta de transparencia de la Cámara de Cuentas. ¿Tiene previsto solucionar este aspecto?
En legislaturas anteriores la presencia del presidente de la Cámara de Cuentas a nivel público era muy mínima, prácticamente nula, igual que sus comparecencias parlamentarias. Yo me he ofrecido al Parlamento a comparecer todas las veces que sea necesario. En los pocos meses que llevo en el cargo ya he tenido dos comparecencias con doble intervención.
Yo creo también el perfil del presidente hace que sea todo más asequible o accesible.
Ese es el trabajo que yo también estoy intentando hacer, aprovechando mi trayectoria personal y profesional, en el mundo de la política, y fuera de él. Llevo, como economista, muchos años colaborando con medios regionales y nacionales para visualizar el mundo de la economía.
Por eso para mí el cambio de página web, por ejemplo, no es una cuestión solamente de estética. Una página web que tiene 13 años, misma página web que uno la ve y se nota que no es del siglo 21. Esto nos puede ayudar a ser más dinámicos, para hacer más transparente todo lo que hacemos.
Ya estamos empezando, por ejemplo, presentando públicamente los informes de fiscalización, con vídeos, con infografías. O, por ejemplo, tenemos presencia en redes sociales como en LinkedIn y Twitter, pero vamos a abrir cuenta en Instagram y Facebook.
En estos meses que lleva ya le ha tirado usted un poco de las orejas al Gobierno en el tema de los fondos europeos, por ejemplo, y del bono de alquiler. ¿Cómo se gestiona eso? ¿Usted les llama la atención y se corrige o no se corrige?
Yo intento siempre trasladar todos los informes, que no los hacen el presidente de la Cámara ni los consejeros, los hacen los auditores, que son funcionarios de la casa. Por lo tanto, ese informe emana de un equipo y un cuerpo auditor, que es un cuerpo propio. Es una oposición específica para pertenencia exclusiva a la Cámara de cuenta de un altísimo nivel.
Me he encontrado con un perfil de funcionario de altísimo nivel y mayoritariamente personas que han pasado por el sector privado de grandes consultoras y han terminado siendo funcionarios de la casa. Por lo tanto, el informe no emana del capricho del presidente y sus consejeros. En segundo lugar, ese informe es revisado por el órgano que fiscalizado para que explique y aclare y a partir de ahí el informe se termina.
No somos los hombres de negro, no venimos a ser el malo de la película, venimos a ayudar. Y, por ejemplo, en alguno de los dos casos que has comentado, precisamente para ver dónde se han producido fallos para que no se vuelvan a producir y si existe una responsabilidad contable, se pueda poner encima de la mesa y eso tendrá su trámite.
Yo no he recibido, y lo puedo decir públicamente, ni una sola directriz. A mí nadie me ha dicho que tengo o no tengo que hacer. Mi papel es ser el máximo valedor y representante institucional de la Cámara de Cuenta y a partir de ahí lo he dicho en alguna otra ocasión, Lo que diga el informe es lo que dice el informe y se acabó.
A partir de ahí, cada responsable político de la Junta de Andalucía de un ayuntamiento o una empresa pública tendrá que tomar sus decisiones. Yo no la voy a tomar. Las tiene que tomar el político. Ahí me aparto, me tiene que decir el político cómo arreglar lo que ha hecho o mejorar lo que ha hecho.
Hay algo que también quiero y estoy trasladando el mensaje. Nosotros analizamos los 700, casi 800 municipios que tenemos en Andalucía y podemos aprender de cada uno para operaciones que hace el Ayuntamiento que la pueda replicar otro Ayuntamiento. En muchas ocasiones se toman decisiones por la intuición o la buena voluntad del político que en ese momento asume la el control de una alcaldía o bien de una empresa pública.