Ha comenzado el 2025 con muchas e interesantes incertidumbres. Una de ellas ya está aclarada, quién liderará el PSOE en Andalucía los próximos años. La siguiente por tanto es saber qué tiempos manejará el Partido Popular a partir de ahora y si le interesa un adelanto electoral antes de que se rearme María Jesús Montero. Lo sabremos en los próximos meses.
Otra de las incertidumbres del presente año es la política de Donal Trump y si sus amenazas conquistadoras tendrán credibilidad o no. De momento parece que va en serio, veremos. Otro asunto nacional es el 50 aniversario de la muerte de Franco y como se está utilizando ya esa efeméride, que cada uno saque sus propias conclusiones. Sin olvidarme de los juicios por corrupción que atañen al entorno del Presidente y que seguirán acaparando cientos de titulares durante este año. Respecto a la transición y la efeméride de la muerte de Franco, sería interesante comparar lo que supuso para España con lo que está pasando en Venezuela, sigo sin entender como no se lucha con más contundencia para que haya justicia electoral en ese país y vuelva la democracia.
Otra incertidumbre coincidente con el 2024 es si será el último año de Sánchez en la Moncloa. Así llevamos siete años y no parece que vaya a cambiar. Desde luego este año se le complicará aún más la gestión, con la multiplicación de demandas de sus socios y el incremento de la crispación con las autonomías que se sienten perjudicadas.
Soy optimista por naturaleza y estoy seguro de que el año que empieza será muy bueno para Andalucía, en muchos aspectos, entre ellos, por supuesto, el económico. EL turismo récord, la minería sostenible y floreciente, la apuesta por la aeronáutica, la fuerza del sector naval y la modernización de nuestra agricultura, cada vez más competitiva. Pero no por ello dejo de preocuparme por multitud de situaciones que nos preocupan a los andaluces y que mantienen a nuestra comunidad por debajo de los estándares de calidad que tras más de 40 años de democracia deberíamos tener superados.
El más importante y el que siempre más me ha preocupado es la falta de consenso político para atajar los grandes problemas sociales, como nuestra sanidad y nuestra educación. Que el estado de bienestar esté relacionado con nuestro sistema sanitario es una obviedad tan grande como que nuestras generaciones futuras tendrán que pagar una deuda nacional sin precedentes. Dicho esto, tengo claro que nuestra democracia no será madura hasta que se cierren estos grandes acuerdos/pactos de Estado sobre estas materias.
Si seguimos creando nuevas leyes educativas según el color político que gobierne y seguimos descuidando nuestro sistema sanitario por auto creernos que es modélico y culpando de sus defectos a los anteriores gestores, seguiremos siendo una democracia débil y un territorio que no tiene intención de mejorar en los aspectos básicos para nuestra calidad de vida.
La realidad actual es que estamos en una comunidad autónoma que no recibe los mismos privilegios que otras, todos sabemos cuáles. Con el añadido que aquí gobierno otro color político del que gobierna en España y esto nos perjudica, por lo anterior y por interés político. Y aquí se abre el otro debate.
¿Por qué la política en nuestro país prima los intereses partidistas a los de la ciudadanía?
Aunque parezca una obviedad, no lo es. La esencia política de pensar en los ciudadanos se perdió hace mucho tiempo. Hoy en día los políticos piensan primero en ellos, luego en sus partidos y finalmente en los ciudadanos, que utilizan para ganarse sus votos si procede. Y si puede ser, solo gobiernan para los que entienden que piensan como ellos. Esta situación consentida por los votantes y enfatizada por los medios de comunicación hacen que España hoy en día tenga un sistema democrático paupérrimo y sin capacidad de evolucionar a algo mejor, por desgracia, evoluciona a todo lo contrario.
Los gobiernos nacionalistas siguen perjudicando la igualdad entre territorios. Hoy en día tenemos los ejemplos más claros de nuestra historia. Ver como un partido de derechas influye hasta extremos desconocidos a un Gobierno socialista que para contentarlos crea Leyes que dijeron a la ciudadanía que nunca crearían, saldan deudas millonarias y liberan personajes antidemocráticos por el único fin de seguir gobernando.
Aprovechando los 50 años de la vuelta a la democracia en nuestro país deberíamos abrir de nuevo el debate del papel de los medios de comunicación. Tan necesarios como manipuladores, tan claves como peligrosos y tan sociales como politizados. La prensa española está totalmente politizada y es mercantilista y es objeto de control y ataque por políticos que no piensan como sus editoriales, una convivencia que se sigue tensando y que está llevando a legislar para repartir dinero a quién interesa y con la excusa de los bulos y las desinformaciones, como si eso fuera algo nuevo. Confundir las acciones con los canales es de primaria de esto del periodismo, pero a veces interesa confundir. La libertad de expresión solo se defiende cuando eres tú el que ataca, cuando te atacan a ti, se obvia y le ponen otros calificativos como atentado al honor. Es una línea de muy fina que nunca se distingue.
Pero como comentaba, soy optimista. Estoy seguro de que vendrán generaciones de políticos que sabrán imponer los intereses de todos a los suyos y serán recompensados por la ciudadanía, ojalá veamos algún ejemplo en 2025.