Debemos ser inteligentes y elegir las batallas que merecen ser luchadas. Ciertamente, la belleza define a Andalucía y encontrar un motivo para vivir enfadado es difícil. Sin embargo, hay muchos factores que están deteriorando la calidad de vida en nuestra tierra. Por ello, asumo esta batalla y comparto la necesidad de dar libertad al enfado que necesitamos para frenar el deterioro que nos afecta. ¿Te imaginas a qué me refiero?
Nuestra sanidad
Somos muy afortunados de contar con un sistema sanitario increíble, además de grandes profesionales. Tenemos un tesoro y, por lo tanto, una responsabilidad para cuidarlo y mejorarlo. Pero, desgraciadamente hay esperas eternas en la sala de urgencias. Hasta nueve horas contemplando rostros desesperados de pacientes y personal sanitario del Macarena de Sevilla. Además, se suman noches acompañando a un familiar que está enfermo, donde lo ideal sería contar con una habitación individual, pero se comparte con otros dos pacientes y sus respectivos familiares. ¿Se acuerdan de las promesas de habitaciones individuales en los hospitales? ¡Qué poco se habla de eso!
Tampoco se habla de los tickets del parking, excesivamente caros, o del coste de la zona azul que se debe asumir por ir al hospital con la excusa de la rotación, o del coste de la televisión en las habitaciones… ¡Se hace y se consiente de la enfermedad un negocio!
Todo el mundo tiene claro que la situación es insostenible. El sistema tal y como lo conocemos hace aguas y eso a pesar de la ingente cantidad de dinero público que recibe, cada año más. Se están reduciendo las impresionantes listas de espera, se está intentando mejorar la atención primaria, pero todo parecen parches, el problema es mayor. Además de una mejorable gestión política, el mal uso de la ciudadanía también tiene su efecto: citas perdidas por la ausencia de los pacientes, el abuso de fármacos innecesarios o ir a urgencias por dolencias menores. Comportamientos que conectan con el siguiente problema, la educación.
Nuestra educación
¿Son nuestros resultados académicos buenos? Para nada. Hay indicadores como PISA que lo confirman año tras año.
La educación en Andalucía se enfrenta a una serie de problemas que requieren atención urgente para garantizar una formación de calidad a sus estudiantes. Uno de los principales desafíos es la elevada tasa de abandono escolar, que se encuentra por encima de la media nacional desde siempre. Muchos jóvenes andaluces dejan sus estudios antes de completar la educación obligatoria, lo que limita sus oportunidades laborales y perpetúa ciclos de pobreza.
La falta de recursos es otro problema significativo. Las escuelas andaluzas a menudo operan con presupuestos insuficientes, lo que afecta a la calidad de la enseñanza y el mantenimiento de las infraestructuras. Esto se traduce en aulas abarrotadas, falta de material didáctico y condiciones de estudio inadecuadas, que dificultan el aprendizaje.
Además, el sistema educativo andaluz enfrenta desafíos en cuanto a la formación y motivación del profesorado. Muchos docentes denuncian la sobrecarga laboral, salarios bajos y falta de apoyo institucional, lo que repercute en su capacidad para ofrecer una educación de calidad. La formación continua y el reconocimiento profesional son aspectos clave que necesitan ser reforzados.
Por último, existe una brecha digital significativa. La pandemia evidenció las carencias en el acceso a tecnologías y conectividad, afectando especialmente a los estudiantes de zonas rurales y familias con bajos ingresos.
Para mejorar la educación en Andalucía, es esencial invertir en infraestructuras, recursos y formación docente, así como abordar de manera integral el abandono escolar y la brecha digital.
Nuestras infraestructuras
Conduzcan un fin de semana entre Sevilla y Córdoba, o entre Sevilla y Cádiz, o vayan a Huelva sin coger un bache… A pesar de ello, prefiero ir en coche y evitar el tren, me explico.
El estado de las carreteras en Andalucía es penoso, incluidas las grandes como la A386, la A4 y la A92. Hay incluso tramos de muchos kilómetros limitados a 80 km/hora por los baches y así llevan años.
Y del tren, sin novedades. Hay ciudades como Motril que anhelan tiempos mejores con ferrocarril, porque si no lo saben, de Motril a Granada no hay tren, y así muchas ciudades que viven sin conexión por tren o trazados eternos. Se tardan 55 minutos en ir a Huelva en coche desde Sevilla, pero una hora y media si lo haces en tren y con buena suerte, porque normalmente cae alguna avería que eleva el tiempo del trayecto.
Del túnel/puente de las SE-40 mejor eludir ese tema, porque son 21 años esperando… Ahora bien, las carreteras catalanas y vascas siguen fortaleciéndose. Coincidencias de la vida.
Politización de la justicia
La independencia judicial es un pilar fundamental del estado de derecho, pero su percepción está cada vez más cuestionada debido a las influencias políticas.
Uno de los puntos más polémicos es la composición del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el órgano de gobierno de los jueces en España. Sus miembros son elegidos por el Parlamento, lo que genera suspicacias sobre la imparcialidad de sus decisiones. Los partidos políticos tienden a negociar los nombramientos de manera que se garantice una representación favorable, lo que ha llevado a una percepción de control político sobre el órgano judicial.
Este proceso se agudiza en casos de alta trascendencia política, como los relacionados con la corrupción o el separatismo catalán. Las sentencias judiciales en estos casos son a menudo interpretadas como victorias o derrotas políticas, en lugar de resoluciones legales independientes. Esta situación genera desconfianza en la ciudadanía, que puede percibir que la justicia no actúa de manera imparcial sino bajo influencias partidistas.
Para abordar esta problemática, diversos sectores abogan por una reforma del sistema de nombramientos del CGPJ y una mayor transparencia en los procesos judiciales. Solo así se podrá fortalecer la confianza en la independencia del poder judicial y garantizar que la justicia en España sea verdaderamente justa y ajena a intereses políticos.
Politizamos mientras vemos como señalan nuestros juicios para dentro de dos o tres años.
Control de los medios de comunicación
El interés del gobierno de España por controlar a los medios de comunicación ha suscitado preocupación y debate en la sociedad. En una democracia, la libertad de prensa es esencial para garantizar una información plural y objetiva. Sin embargo, en los últimos años, diversas acciones y propuestas gubernamentales han levantado sospechas sobre posibles intentos de influir en los medios.
Una de las principales críticas se centra en la financiación y subvenciones otorgadas a ciertos medios de comunicación. Aunque se justifican como apoyo al sector, algunos observan una posible estrategia para asegurar una cobertura favorable o para suavizar críticas hacia el gobierno. La designación de directivos en medios públicos también genera controversia, ya que su elección a menudo responde a intereses partidistas más que a criterios de independencia y profesionalidad.
El control de la narrativa informativa se evidencia también en la regulación del contenido. Propuestas legislativas, como la Ley de Seguridad Ciudadana, han sido vistas como intentos de limitar la libertad de expresión y de prensa. Además, la proliferación de noticias falsas ha servido de argumento para justificar medidas restrictivas que, en ocasiones, pueden ser utilizadas para censurar información incómoda para el gobierno.
La independencia de los medios de comunicación es fundamental para una democracia saludable. Es crucial que las autoridades garanticen esta libertad, evitando cualquier injerencia que pueda comprometer la objetividad y pluralidad informativa. Solo así se podrá mantener una sociedad bien informada y capaz de ejercer un juicio crítico sobre sus gobernantes.
Creo que son temas suficientemente importantes para encontrarse con una Andalucía cabreada, más si cabe cuando está sobre la mesa la singularidad de otras regiones que buscan beneficios tangibles con respecto a nosotros. La España de la solidaridad se quiebra y nosotros pagamos el pato.
De los impuestos si quieren hablamos otro día.
