Y como si del escuchar hablar a nuestros mayores sobre nuestra juventud se tratase, “la juventud de hoy no es como la nuestra”, “hay que ver la juventud como está”, y así, aplicando aquello de cualquier tiempo pasado fue mejor.
Son las conversaciones entre nuestras empresas sobre la banca. “La banca de antes te entendía mejor”, “antes si era banca de empresas, ahora lo mismo son de seguros que de móviles”, y así.
Lógico que, en ese caldo de cultivo, y quién no ha asistido a múltiples seminarios explicando “lo que viene en financiación”, surja la aún no tan expandida y denominada como financiación alternativa, en un intento de quitarse todo aquello que pueda dar olor a banca, al estilo ING Direct, “el banco no banco”, nunca con tan sólo cuatro palabras se dijo tanto.
Pues seguro que todos los que tenemos relación y responsabilidades financieras en nuestras empresas hemos participado de esas reuniones, incluso directamente con la propia banca, o hemos asistidos a dicho seminarios.
Cuando digo aún no tan extendida, aunque el resto de artículos hablen del auge de la financiación alternativa, y por mi experiencia directa, es que no por haber más vehículos societarios que la promuevan, estará más extendida.
Siempre que esa expansión no consista en que las empresas vean a la financiación alternativa como complementaria, y no como alternativa, es decir, me voy a ella cuando ya la banca no me mira, no será una alternativa real de financiación, sino una financiación oportunista y, por tanto, no complementaria, y si no es complementaria, no será realmente competitiva con la banca tradicional.
Y aquí, ya todos lo sabemos, si no hay competencia real, efectivamente, podemos seguir conversando como nuestro mayores sobre nuestros jóvenes, pero en nuestro caso desde la empresa, sobre la decadencia de la banca tradicional y su relación con las empresas.
Las estructuras actuales de la banca tradicional, y no tanto o incluso en contra de su opinión, impuestas desde los bancos centrales para la mayor regulación, estabilidad y control del sistema financiero (esto último sí es necesario, que nadie lo dude), hacen de la banca y sus diferentes niveles de relación, líneas de defensa y comités, un ente totalmente impersonal (o permitidme, “improfesional”) contra el cuál la relación empresa-banca queda descompensada e incluso rota.
A destacar, y a modo de ejemplo, el dilema que se produce cuando, si la empresa no se está atenta, los niveles de interlocución entre ambas no son homólogos, es decir, desde la empresa, la persona responsable tiene uno o dos saltos de nivel hasta la alta dirección y/o accionariado, mientras que desde el lado de la banca, por sus super estructuras verticales, el interlocutor tiene seis a ocho niveles hacía su alta dirección y/o accionariado.
Esta descompensación hace que ambas partes puedan no llegar a reconocerse, con independencia de que el plan de negocio de la empresa sea positivo o negativo, porque en ambos casos no se podrá cubrir las necesidades de la empresa en tiempo y forma, y de ahí los pool bancarios con decenas de entidades, la suma de poco de muchas, el total de pocas.
Y una vez obtenida esa suma de poco de muchas, nos vamos a la financiación alternativa, más cara, y aunque nos digan lo contrario, no menos burocrática, al final, muchos de sus fundadores son antiguos altos directivos de lo que ahora dicen no ser, siendo mentalmente igual de burocráticos, claro que tienen mayor apetito al riesgo, de ahí el decirse alternativos, pero es obvio, el mayor apetito, por el mayor coste de la financiación.
Hasta que no se iguale o asimile al coste de la banca tradicional, no habrá competencia, y de ahí, que la complementariedad esa una utopía.
Por tanto, ni hacía la banca ni hacía la financiación alternativa, sino ambas, como fuentes complementarias de financiación, competencia, y de ahí, mayores beneficios, y no sólo económicos para sus clientes empresas, sino también de relación y comprensión en las necesidades y tipología de productos.
Y esto último, lo he visto de cerca con Bankinter, quien además de ofrecer sus servicios como banca tradicional, te pone en contacto con opciones financieras autodenominadas alternativas, aquello de si no puedes con tu enemigo, únete a él, y el resultado, un banco mucho más ancho y una financiación complementaria mucho más expandida, y de ahí, el volver a conversaciones empresa y banca desde la comprensión de las necesidades.
En todo esto, simplemente un llamamiento a esa complementariedad necesaria poniendo al cliente empresa en el centro, como dice Mercadona (sin entrar a valorar), no en un lado o en otro, como si de una prueba de tirar de la cuerda entre dos batallones de un mismo ejército, que es lo que son, el mismo ejercito de la financiación en pro de la dinamización de la economía a través de las empresas, sin banca y/o financiación no hay empresa, pero al contrario tampoco, de momento, el aire no se financia.