Soy consciente de que más de uno me tachará de agorero o derrotista, por poner en duda que los datos de paro que se han ofrecido para el segundo trimestre de 2023 y para el mes de julio, no son todo lo buenos que parecen. En economía, siempre lo he dicho, es muy importante poner en contexto cualquier dato, analizar evoluciones históricas en el tiempo, comparar con sectores y/o países similares y complementar lo cuantitativo con lo cualitativo. Incluso así, no en pocas ocasiones los economistas llegamos a conclusiones equivocadas. La economía, como cualquier otra ciencia social, aunque en ocasiones puede llegar a ser predecible, no siempre es fácil de analizar. Pero lo que sí es indudable es que hay que hacer un esfuerzo por profundizar y no quedarse en lo superficial, en el dato numérico sencillo y aislado.
El dato de desempleo en España, el más alto de toda la UE según Eurostat, se situó en el segundo trimestre de 2023 en el 11,7%. Este dato supone casi el doble de la media de toda la UE, cuyo dato asciende al 5,9%. Si nos centramos en el desempleo juvenil (un 27,4% en España), podemos afirmar que prácticamente triplica al de la UE. También en desempleo femenino ocupamos la primera plaza de toda la UE.
Es cierto que el número de ocupados en España, en el segundo trimestre de 2023, aumentó respecto al primer trimestre en 603.900 personas, situándose en 21.056.700 personas. Según el INE, este dato ha crecido en los últimos 4 años, desde el segundo trimestre de 2019, en 1.251.800 personas. A simple vista esta evolución podría parecer muy positiva, pero como señalaba más arriba, resulta aconsejable profundizar y analizar con detalle esta evolución histórica. De entre estos más de veintiún millones de ocupados, 1.675.500 no han trabajado ninguna hora a la semana y 412.800 trabajaron menos de 9 horas. Mientras que los ocupados han aumentado en los últimos 4 años un 6,3%, las personas ocupa- das que no han trabajado ni una sola hora a la semana han crecido un 53%. ¿Qué quiere decir esto? Que según los datos que se acaban de exponer, tenemos más gente que aparece como “ocupada”, pero que, en muchos casos, no está trabajando de manera efectiva.
¿Y cómo se desglosa este incremento de 603.900 ocupados? El mayor responsable de estos números ha sido el sector servicios. Si no fuera por el impulso del turismo, que aportó un total de 606.000 ocupados, las cifras serían bien distintas. Cabe señalar que el número de ocupados en la industria, sin embargo, cayó en 64.500 personas. Lo deseable, sobre todo teniendo en cuenta que el peso de la industria española en el total del PIB dista bastante de la media de la UE, sería que pudiéramos hablar de un crecimiento de ocupados basado en la industria y en sectores generadores empleo de calidad y alto valor añadido.
No debemos olvidar tampoco, que dentro de este “récord” de ocupados, se incluyen los trabajadores fijos discontinuos. Esta figura, que ya existía antes de la última reforma laboral, ha servido para limitar el crecimiento de las cifras de desempleo. Gran parte de los fijos discontinuos son personas que antes de la reforma laboral engrosaban las listas del paro y ahora, a efectos estadísticos, aparecen como fijos discontinuos. Solo hay que ver como se ha incentivado la contratación mediante este tipo de contratos con la excusa de acabar con la temporalidad. Si en 2021 se firmaron 262.911 contratos fijos discontinuos, en 2022 se firmaron, nada más y nada menos, que 2.319.527 contratos. Se estima que hay alrededor de medio millón de personas en esta situación, que han sido rescatadas directamente de las listas del paro.
Por otro lado, el número medio de horas efectivas semanales trabajadas por estos trabajadores que aparecen en las estadísticas como ocupados, se han visto reducidas. Mientras que en 2019 trabajaban una media de 34,5 horas semanales, en 2023 trabajan solo 33. Además, los contratos también están experimentando una caída en su duración, pasando, entre el segundo trimestre de 2019 y el 2023, de 60 a 42 días.
Los datos del mercado laboral de julio tampoco han sido demasiado buenos. Aunque el paro se ha reducido en 10.968 personas -algo normal teniendo en cuenta el mes de verano en el que nos encontramos-, estamos ante el tercer peor dato de un mes de julio desde el año 2011. Pero si desestacionalizamos el dato, nos encontraríamos con que el paro ha subido en 5.509 personas.
Por lo tanto me parece poco realista hablar de récord en materia de empleo y ocupados. Con este análisis sobre la mesa, solo podemos hablar de creación de empleos precarios basados en repartir menos horas entre más personas ocupadas. Además caen los ocupados en sectores que, como el industrial, generan mayor valor añadido y empleo de calidad.
Finalmente se ha producido una caída de los salarios reales, -ajustados por la inflación-, que ha provocado una pérdida generalizada del poder adquisitivo. No son buenas noticias ni para las empresas ni, por supuesto, para los trabajadores.