1980: Ley Orgánica por la que se regula el Estatuto de Centros Escolares (LOECE)
1985: Ley Orgánica reguladora del Derecho a la Educación (LODE)1990.
1990: Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE)
1995: Ley Orgánica de Participación, Evaluación y Gobierno de los Centros Docentes (LOPEG)
2002: Ley Orgánica de Calidad de la Educación (LOCE)
2006: Ley Orgánica de Educación (LOE)
2013: Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE)
2020: Ley Orgánica de Modificación de la LOE (LOMLOE)
No sé a usted, querido lector, pero cuando leo y cuantifico, el listado de leyes educativas que han sido aprobadas en España, desde 1980, me pregunto que a qué responde tanto cambio.
Me cuesta entender que todo el contenido, de cualquiera de estas fuera erróneo. Es difícil de comprender que ningún partido que ostentara la Presidencia del Gobierno de España en ese momento, fuera incapaz de sentar en una mesa a los distintos actores para poder llegar a un acuerdo sólido y permanente en el tiempo.
Indudablemente, habría que ir introduciendo cambios y mejoras porque, evidentemente, no sólo han pasado años, sino décadas, además de siglo. El mundo ha cambiado y con él han surgido nuevas necesidades entre aquella generación de los ochenta y esta del Siglo XXI, que pronto celebrará su primer cuarto de siglo.
De la LOECE a la LOMLOE, han transcurrido más de cuarenta años. Cuarenta años, que han dado como resultado ocho Leyes Orgánicas, y que nos lleva a hacernos la gran pregunta ¿Por qué no han sido capaces de llegar a un acuerdo global para ofrecer una ley, ahora sí, que sea un ejemplo para el mundo?
Es absolutamente necesario que se dé un paso adelante y que se comience a trabajar en este sentido porque estamos viviendo momentos cambiantes. Por eso invito a hacer a todos una retrospectiva.
Sí, lo han leído bien. Hacer un repaso a todas las novedades y medidas que se introdujeron en las distintas reformas educativas en nuestro país (lo repetimos: OCHO) y hacer un buen análisis de lo que ha fallado.
Esto, en emprendimiento, es validar la idea. Sí, hay que validar la idea. Y para llevarlo a cabo hay que salir a la calle, escuchar, saber qué necesitamos, cuáles son las carencias que tenemos. Analizar de manera cualitativa y cuantitativa, de la mano de expertos, para saber cuáles son nuestras fortalezas, nuestras debilidades, lo que nos amenaza y saber distinguir las oportunidades.
Esto, y sólo esto, nos ofrecerá un estudio detallado de dónde venimos, dónde estamos y a dónde queremos llegar.
Otra de las grandes lecciones que nos da la formación emprendedora es que tenemos que observar ¡y de qué manera!, a nuestra competencia porque de ella vamos a aprender grandes lecciones. E ir a las fuentes que ofrecen datos en los que nos encontramos a los países con la mejor educación.
La lista actualizada de PISA (Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes), lo deja muy claro: China, Singapur, Estonia, Finlandia y Japón, son los cinco primeros de este ranking en el que España queda muy atrás.
Esta prueba, que se realiza cada tres años, ofrece información detallada de lo que significa la educación para estos países. Países en los que la clave para el desarrollo de las personas y el progreso global del conjunto, sólo será posible cuando la enseñanza es de calidad.
Esto requiere un gran esfuerzo para mejorar el sistema por parte no sólo de la Administración Central, sino también de todos los que conforman una comunidad con la responsabilidad de ayudar a formar a los hombres y a las mujeres del futuro.
El sistema educativo en España tiene que ir más allá. Tiene que dar “un paso de gigante”. Para ello se debe y se tiene que fortalecer la visión que tenemos de los docentes, ya que su labor no es sólo formativa.
Por eso hay que generar contextos en los que los alumnos sepan distinguir las distintas oportunidades, en unos entornos en los que aprender y tener visión de futuro. Esto va a asegurar el éxito de las generaciones de hoy y de las futuras y, por lo tanto, de la sociedad.
Y sí hay que dejar de ideologizar la educación. Tener la frialdad para realizarlo y ser generosos. No tener complejos, fortalecer ciertas asignaturas como las tan temidas Matemáticas. Introducir asignaturas como educación financiera, emprendimiento, Soft Skills, entre otras. Fomentar la comprensión lectora y por lo tanto la lectura, ya que será lo que nos haga cuestionarnos como sociedad y como individuos, en la libertad y por lo tanto tener espíritu crítico, ya que esto será los que no conviertan en un referente
No es difícil. Se trata de tener voluntad. Voluntad de construir juntos contextos en los que tengamos claro que queremos una sociedad formada en la excelencia, gracias a la calidad de los programas formativos, y saber detectar cuáles son los patrones de conducta socioeducativa para lograr un propósito único.
Me reafirmo en el título de este artículo, porque la principal herramienta para el crecimiento es la educación. La educación por encima incluso de los recursos tecnológicos, y naturales; porque de la educación dependen estos recursos, motivo más que suficiente y fundamental para unificar las políticas educativas, con los intereses y las necesidades de la sociedad.
Es el momento para desde la educación construir un país fuerte. Un país que sea capaz de afrontar los retos que están por venir y los desafíos de un presente que estoy segura pueden repercutir, para bien o para mal en un mañana que ya está aquí.