Combata se dedica a la fabricación y distribución de tapaderas adaptables a los vasos. “Crecimos con el cuento de que nos podían echar algo en la copa y que nunca aceptásemos copas ajenas. Al final ese cuento resultó ser verdad, vivimos situaciones cercanas en las que drogaban a amigas nuestras y vimos que no había nada en el mercado que solucionase este problema. Era momento de tomar cartas en el asunto para evitar la sumisión química y también los derrames. Fue más que nada la preocupación de que a cualquiera le podrían drogar y echar algo en la copa y ese miedo a que nadie le pusiese remedio nos hizo querer ponerlo nosotras”, argumenta Ana Marín que es la primera vez que emprende más allá de “el típico puesto de pulseras en verano o vender camisetas para sacarse un dinero en verano.
Esta joven asegura que con su emprendimiento “hemos hecho un curso exprés de absolutamente todo y hemos aprendido mil cosas que no tienen nada que ver con lo que nos queríamos dedicar, enriquece mucho pero también hemos encontrado muchas trabas en el camino. Al igual que te das cuenta qué amigos te acaban apoyando y respetando cuando emprendes”. Aunque de momento están centradas en acabar sus estudios quieren “después poder dedicarle todos nuestros esfuerzos a nuestro sueño que es poder triunfar con Combata y aportar nuestro granito de arena en la lucha contra la sumisión química. Nos encantaría empezar a concienciar a los responsables de sitios de ocio nocturno de este gran problema, ya que pensamos que está silenciado y que nadie quiere hacer frente, quizás por el miedo a lo que piensen. Creemos que los problemas no hay que apartarlos o ignorarlos, si no, aceptarlos e intentar poner la mejor solución”.
Aunque sus miras son a nivel mundial para ellas es importante que se sepa que su origen es andaluz porque “no nos podemos sentir más orgullosas de ser de aquí y siempre queremos participar en este ecosistema emprendedor que se está formando”.
