Andalucía necesita contar con un sector empresarial/industrial sólido y de mayor peso. Me atrevería a afirmar que todas las formaciones políticas que concurren a las próximas elecciones de Andalucía están de acuerdo con esta afirmación. En este sentido, resulta fundamental seguir trabajando para que la industria gane peso relativo en el PIB regional. No se trata de perder ni una sola empresa ni un solo empleo del sector servicios, sino de implantar medidas que contribuyan a un crecimiento sostenido de la industria. El Horizonte 2020 de la Comisión Europea marcaba como uno de sus objetivos que la contribución al Producto Interior Bruto (PIB) de la industria en todos los países fuese de al menos el 20%. Sin embargo, en España el peso industrial estaba en 2020 en el 14,69% y en Andalucía en el 11,8%.
Pero ¿por qué es tan importante contar con una industria sólida, fuerte y con un peso relativo alto en la economía? Se me ocurren al menos 3 motivos. En primer lugar, porque resulta fundamental, en cualquier economía y actividad empresarial, diversificar riesgos; resultaría más seguro complementar el turismo y el sector servicios con una industria con peso relevante. En segundo lugar, porque la industria genera un valor real mucho más alto que el sector servicios. Por regla general, las actividades transformadoras suelen generar mayor valor añadido, lo que les permite generar mayores beneficios. Esta circunstancia nos llevaría al tercer motivo. La industria, así suelen manifestarlo habitualmente incluso las organizaciones sindicales más representativas, genera un empleo de calidad con condiciones y salarios mucho más altos que la media.
Andalucía, además de la industria agroalimentaria, cuenta con otras industrias que han ganado mucho peso en los últimos años. Sin ánimo de ser exhaustivos podemos citar a la industria minera, con 6 grandes explotaciones en funcionamiento en nuestra región -Cobre las Cruces, Minas de Alquife, Mina Sotiel, Río Tinto, Matsa y Magdalena- y con un proyecto de reapertura inminente promovido por Minera Los Frailes (Grupo México). Dentro de este sector, más centrada en la transformación metalúrgica, contamos también con empresas punteras como es el caso de Atlantic Copper.
El sector Químico es también un claro exponente de la industria andaluza. Así encontramos implantadas en nuestra comunidad empresas del tamaño e importancia de Cepsa, Enagas, Fertiberia o Repsol, entre otras.
El sector aeroespacial engloba a más de 130 empresas que facturan 2.500 millones de € anuales y generan más de 14.500 empleos.
Asimismo, el sector eléctrico, en el que operan compañías como Endesa, Iberdrola o Naturgy, está adquiriendo un gran protagonismo, sobre todo con el auge que están tomando todas las energías renovables.
Podemos además citar al sector cementero andaluz, en el que operan 5 empresas multinacionales: Votorantim Cimentos, LafargeHolcim, Heidelberg Cement, Cementos Portland Valderrivas y Cemex España. Este sector, entre empleo directo, indirecto e inducido de otros sectores como el de áridos y hormigones, emplea a unos 4.500 trabajadores.
Hay que reconocer que la Junta de Andalucía, en estos últimos años, ha llevado a cabo un esfuerzo muy importante para atraer inversión empresarial/industrial. En algunos casos estas inversiones nos han traído nuevas empresas que se han implantado en nuestra región buscando certidumbre y seguridad jurídica. En otros casos hemos visto como empresas ya implantadas, desarrollaban en Andalucía nuevos proyectos de inversión. Para este importante objetivo, la Junta de Andalucía se ha servido de herramientas tales como las Unidades Aceleradoras de Proyectos, que han resultado muy eficaces a la hora de canalizar las relaciones del empresario inversor con la administración y conseguir en tiempos razonablemente cortos las licencias necesarias para poner en marcha los proyectos empresariales.
Por otro lado, en estos últimos años se han aprobado distintas normas encaminadas a facilitar a los inversores la puesta en marcha de sus proyectos empresariales. En 2019 se aprobó, de cara a simplificar el propio funcionamiento de la administración regional, el Decreto 622/2019, de 27 de diciembre, de administración electrónica, simplificación de procedimientos y racionalización organizativa de la Junta de Andalucía. En 2020 y 2021 asistimos a la aprobación de nuevas normas encaminadas a dinamizar la actividad económica y productiva en Anda- lucía: el Decreto-ley 2/2020, de 9 de marzo, de mejora y simplificación de la regulación para el fomento de la actividad productiva de Andalucía y el Decreto-ley 3/2021, de 16 de febrero, por el que se adoptan medidas de agilización administrativa y racionalización de los recursos para el impulso a la recuperación y resiliencia en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía. Por último, en diciembre de 2021 se aprobaba también un nuevo decreto para la simplificación administrativa y mejora de la calidad regulatoria para la reactivación económica en Andalucía; con el mismo se pretendían reducir los requisitos y plazos impuestos a las empresas para desarrollar su actividad.
Sin embargo, lamentablemente, a pesar del papel que juega la industria como generadora de valor y empleo, seguimos encontrándonos con actuaciones que, por acción u omisión, ayudan poco a propiciar un clima de inversión adecuado que atraiga a la iniciativa privada. Sirvan como ejemplo algunos casos de ayuntamientos que, haciendo uso de sus responsabilidades urbanísticas o bajo la excusa de la protección ambiental, atribución que corresponde a la Junta de Andalucía y no a las corporaciones locales, frenan y dificultan inversiones empresariales, poniendo en riesgo miles de puestos de trabajo. Por otro lado, el ritmo de ejecución de los fondos Next Generación, que no acaban de llegar a las empresas en numerosas ocasiones, también está ralentizando iniciativas empresariales deseosas de invertir en nuestra región.
Sería deseable una mayor coordinación y armonización entre administraciones, dejando de lado objetivos partidistas, que permitiera apostar realmente por incrementar el peso de la industria en el PIB. No cabe duda que atraer más inversión industrial favorecería la generación de valor económico y empleo de calidad en Andalucía. No tengo dudas, como decía al principio, de que se trata de un objetivo compartido por todas y cada una de las fuerzas políticas que se presentan a las próximas elecciones andaluzas.