Andalucía tiene un tejido industrial consolidado, formado por empresas emblemáticas y señeras. Pero bien es cierto que, tanto el número, como el tamaño de estas empresas son bastante más bajos de lo deseado. De todos es sabido que nuestro tejido no alcanza la fortaleza que, a todos, nos gustaría.
Las cifras lo corroboran. En 2023, nuestra industria solo aportó el 13.5% del PIB de nuestra región. Lo que nos sitúa años luz del 18% de media en la Unión Europea, a tres puntos por debajo de la media española y con una representación del 9.5% del total nacional.
Como digo, tenemos grandes industrias, pero son pocas. Lo positivo es que contamos con potencial suficiente para crecer y ocupar un lugar preferencial en la economía industrial española. Y mucho tienen que ver en ello la labor de los ingenieros andaluces. La innovación unida a la industria serán la clave de su desarrollo y crecimiento. Afortunadamente, en Andalucía contamos con grandes profesionales que, si logran contar con el respaldo económico, formativo y social que precisan, pueden conseguir que nuestra región lidere numerosos campos industriales, como el agroalimentario, el minero o el energético.
A todas luces el sector Agroalimentario es nuestra principal baza. Este sector basado en el gran potencial de nuestros recursos naturales da trabajo a cerca de 500.000 andaluces, un 16% del empleo total andaluz y el 21,8% del empleo total agroalimentario en España.
El campo andaluz se enfrenta en estos momentos a dos importantes revoluciones, la biotecnológica y la digital. El sector primario ya ha comenzado su transformación, las nuevas tecnologías se perfilan como la gran solución a los problemas que registran agricultores y ganaderos, como pueden ser la gestión del agua o la optimización de los recursos naturales. Además, solo si el campo tiene vida evitaremos la sequía de población que están sufriendo las zonas rurales de interior en nuestro país.
Tras nuestro motor industrial, que es el agroalimentario, podemos sacar pecho por nuestro tejido minero. Andalucía representa, ella solita, el 40% del total de la producción minera de España. Una cifra que se dispara si hablamos de la minería metálica, donde alcanzamos el 90%. Somos punteros en este ámbito que representa el 8,3 % del valor añadido bruto de nuestra industria y que alcanzó en 2021 un valor de producción de 1.365 millones de euros.
Riotinto es un claro ejemplo de la innovación en la minería. La implementación de tecnologías avanzadas ha sido clave para revitalizar la mítica mina onubense y aumentar su productividad. La ingeniería ha sido clave en aspectos como la incorporación de maquinaria automatizada y sistemas de monitoreo remoto que optimizan la extracción de minerales y mejoran la seguridad de los trabajadores. Además, han desarrollado proyectos de gestión ambiental para mitigar el impacto ecológico de las operaciones mineras, lo que ha permitido a Riotinto operar de manera más sostenible y responsable.
El sector energético gana cada día más relevancia en nuestra tierra. Su potencial de crecimiento se presenta con pleno optimismo. Contamos con una ubicación geográfica inmejorable, con recursos naturales como el sol o el viento y con los mejores profesionales para su desarrollo. Podemos afirmar con rotundidad que nuestra tierra tiene capacidad de sobra para liderar este sector en ámbitos con gran potencial de crecimiento como es, por ejemplo, la producción de hidrógeno verde.
La provincia de Huelva está ganado peso en este campo. Cepsa y Bio-Oils, ha iniciado la construcción de la mayor planta de biocombustibles 2G del sur de Europa, que permitirá producir anualmente de manera flexible 500.000 toneladas de HVO y de SAF.
Proyectos como este son claves en la descarbonización de nuestra industria y en el desarrollo y consolidación de la movilidad sostenible. Pues, según anuncian ambas compañías, la futura planta onubense tendrá capacidad para fabricar de 200.000 toneladas a 600.000 toneladas de biodiesel al año.
Además, la descarbonización ofrece una oportunidad de oro a nuestra tierra región para reindustrializarse.
Reindustrialización que también pasa por impulsar la construcción inteligente. Actualmente, la construcción industrial requiere un conocimiento profundo de materiales, técnicas de construcción y gestión de recursos. Un ejemplo de la contribución de los ingenieros técnicos industriales en este sector es la construcción sostenible.
Un caso emblemático es el desarrollo del complejo urbanístico sostenible es la Isla de la Cartuja, en Sevilla. Este gran proyecto que integra un imponente Parque Tecnológico, Universidades, Centros de Investigación, grandes empresas de innovación y centros culturales ha sido liderado por ingenieros técnicos industriales quienes han integrado paneles solares, sistemas de reciclaje de agua y materiales de construcción de bajo impacto ambiental. Gracias a estas innovaciones, el complejo no solo reduce su huella ecológica, sino que también sirve como modelo de construcción sostenible para futuras urbanizaciones en la región.
Estamos en un punto crucial del desarrollo de la cuarta revolución industrial. En estos momentos se están definiendo sus líneas de actuación en consonancia con parámetros tan relevantes para la población como la sostenibilidad y la economía circular; la digitalización y el machine learning y, por supuesto, la polémica implantación de la Inteligencia Artificial.
Estoy convencida de que la IA va a suponer un punto y aparte en el desarrollo de la industria. Estamos a las puertas de un mundo completamente nuevo. Pero también estoy convencida de que los Ingenieros Técnicos Industriales serán el revulsivo de este gran cambio.
En el Colegio Oficial de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales de Sevilla estamos trabajando arduamente en la formación de nuestros más de 3.500 colegiados para que los profesionales andaluces sean una pieza clave en la implantación de la IA en nuestro sistema industrial. De hecho, esta será la temática de la próxima edición de NetCogitise, el mayor encuentro de la Ingeniería Técnica Industrial de Andalucía que, en su sexta edición, reunirá a expertos, profesores, empresarios y representantes de las administraciones públicas bajo el lema “Ingeniería, el cerebro de la IA”.
Encuentros como este potencian, y demuestran, la relevancia de la profesión de ingeniero Técnico Industrial en el desarrollo tecnológico de nuestra tierra. Una profesión que roza el pleno empleo y que demanda la llegada de nuevos profesionales.
En este contexto, es imprescindible potenciar nuestro tejido industrial para fortalecer nuestro músculo económico, generar empleo y afianzar la población a nuestro territorio. Es la única manera de poner cota a la llamada “fuga de cerebros” que nuestra región padece desde hace años. Jóvenes formados, preparados y con ganas de aportar profesionalmente que se ven abocados a coger un avión en busca de más y mejores oportunidades laborales. Aunque, desde hace una década, también encontramos a profesionales consagrados que han desarrollado su vida fuera de nuestras fronteras y buscan la manera de regresar a casa sin que nuestro mercado laboral sea capaz de acogerlos.
El futuro de Andalucía depende en gran medida de su desarrollo industrial. Es preciso fomentar la implantación, la consolidación y el crecimiento de nuestras empresas, siempre amparándonos en el desarrollo sostenible y el respeto a nuestra tierra. Si queremos mantener nuestra población, si queremos mayor independencia del sector servicios, si queremos potenciar nuestro crecimiento económico y generar empleo de calidad, Andalucía debe apostar por su industria.