Estamos viviendo momentos difíciles a nivel mundial, la pandemia, la guerra de Ucrania, la crisis económica, en definitiva, la tormenta perfecta para el sector agroalimentario español.
Las consecuencias se han hecho notar: a finales de marzo había 7.556 empresas menos inscritas en la Seguridad Social que en febrero en el sector de la agricultura, ganadería, silvicultura y pesca. De esta forma, el tejido productivo afronta ahora un nuevo bache tras la crisis provocada por la pandemia.
El sector agrario convocó una marcha el pasado enero, antes de que la crisis de precios se agravara por el conflicto en el Este de Europa, para pedir un plan de choque al Gobierno. Sin embargo, el sector ha visto cómo los problemas por los que clama una solución qué han empeorado a raíz de la guerra en Ucrania, se han encarecido aún más la factura energética y ha dejado a una parte del sector sin algunas materias básicas esenciales, como los cereales para los piensos.
Ya estábamos en una situación difícil antes de la guerra… y ahora hay una interrupción adicional en las cadenas de suministro y muchos productos se están viendo afectados como el ejemplo de los fertilizantes.
Rusia y Ucrania son proveedores clave de productos agrícolas a regiones como Europa, Asia y Oriente Medio y el conflicto puede tener graves efectos en el suministro mundial. Juntas, estas dos naciones suman más del 25 % del comercio mundial del trigo. Sobre el 20% de las ventas de maíz y el 80% de las exportaciones de aceite de girasol.
Los precios del trigo han alcanzado los niveles más altos en los últimos 13 años. Además, las perturbaciones en los precios empeorarían la situación al elevar el coste de los alimentos. Especialmente si zonas agrícolas importantes de Ucrania caen bajo el control de las tropas rusas.
Ucrania es el granero de Europa., El principal producto que se importa España es maíz, en el que los productores nacionales son especialmente deficitarios, por lo que las compras de ese producto a Ucrania representaban hasta ahora el 40% del total de importaciones de maíz a otros países. “Donde hay crisis, existen oportunidades”, la crisis del girasol, es la oportunidad perfecta para el olivar y en definitiva de volver a recuperar al consumidor de esos aceites, no tan saludables. Desde la hostelería, las conserveras alternativas como el aceite de oliva suave o aceite de oliva de orujo, ya qué somos los principales productores a nivel mundial, además grandes exportadores.
Tenemos una oportunidad única de liderar mercados internacionales y nacionales, de volver a cultivos como el girasol, piensos de residuos vegetales para tener cerrado el circulo en una bioeconomía, no solo de manual.
