Ha habido un cambio reciente en el Gobierno andaluz. Ha salido la consejera de Agricultura que va a ser eurodiputada y me gustaría saber, cómo valora el trabajo hecho por Carmen Crespo y qué le parece este movimiento.
El trabajo de Carmen Crespo lo valoramos bien porque hemos conseguido, en una situación muy complicada, una unidad de nuestra posición con respecto a la reforma de la PAC. Que la consejera se vaya a Bruselas, en cierto momento nos alegra, porque eso da peso y Andalucía necesita tener peso en la política europea, especialmente en la política agraria, porque estamos en el momento en el que empieza a discutirse sobre el la agenda post 27 y hay muchas cosas que se van a decidir que son importantes y especialmente con los movimientos de carácter social que ha habido como protesta de por dónde iba la PAC en estos últimos tiempos.
Tener alguien allí que conoce todo esto y que sabe lo importante que es y lo crítica que es la situación del sector agrario andaluz, creo que es importante.
¿Ustedes se han sentido escuchados por el Gobierno andaluz? ¿Se sienten escuchados por el Gobierno andaluz?
Yo creo que especialmente en estos últimos dos o tres años el tema agrario ha tomado mucha relevancia, sobre todo por la reforma de la PAC, por el descontento de los agricultores andaluces con cómo quedaba esto, por la anunciada pérdida de fondos comunitarios para Andalucía, que ahora se ha demostrado que es absolutamente cierta.
Creo que ahí ha habido un trabajo conjunto con la Consejería de Agricultura y creo que sí que ha habido una muy buena interlocución y por lo tanto una fácil comunicación.
Ahora, de momento, ha asumido las competencias el consejero de Sostenibilidad y portavoz del Gobierno andaluz. ¿Le parecería bien que esto estuviera así permanentemente o quieren que haya un consejero específico de agricultura?
Esto nos ha desconcertado un poco. Entendemos que la consejera si se va a Bruselas, no puede estar, porque reglamentariamente creo que no puede. Al consejero de Medio Ambiente no le sobra tiempo porque, además, es el portavoz del Gobierno andaluz. La Consejería de Agricultura no es una consejería ni pequeña ni simple. Tiene muchísimas implicaciones, no solamente por lo traído y llevado con el tema de la PAC, sino muchas cosas más. Y yo entiendo que la consejería no puede estar en una situación de impasse muy larga por lo que esperamos que se resuelva lo antes posible.
Con respecto a la PAC, la política agraria común. Efectivamente, es una de sus demandas. La crítica viene, sobre todo, por la valoración de la sostenibilidad por encima de la rentabilidad.
Hay una frase muy, muy manida pero que define muy bien la situación y es la que dice que “los agricultores no pueden ser verdes si sus números están en rojo”. Y yo creo que esto define perfectamente la situación sostenible. Hay que buscar la sostenibilidad medioambiental pero también hay que ser sostenible desde el punto de vista económico. Y si no va una cosa junto con la otra, esto no es duradero, ni tampoco atractivo para las nuevas generaciones, que se incorporarán a otros trabajos. Pero si no lo hacemos algo apetecible, interesante y económicamente rentable, obviamente no va a funcionar. Y voy a poner un ejemplo muy simple. Hemos tenido un invierno con lluvias extraordinarias, lo cual ha resuelto muchos de los problemas que teníamos, pero también se ha producido una circunstancia que está preocupando ahora mucho, sobre todo al sector forestal. Hay mucha hierba en el campo y llegará el mes de junio, llegará el mes de julio y la hierba empezará a agostarse. En condiciones normales el ganado pasta en las dehesas y la controla. Este año, tras 10 consecutivos de sequía, hay muchísimo menos animales en el campo pastando al aire libre en extensivo, por lo que previsiblemente va a haber una enorme cantidad de hierba seca, y eso es una bomba. Ya lo he hablado muy recientemente con algunos ganaderos y con algunos agricultores propietarios de zonas forestales que están muy preocupados porque el verano va a ser muy complicado y si además quedan restos de poda en el campo, hierba seca y todo lo demás, el campo y el monte se convierten en un polvorín. Todo eso también es sostenibilidad.
Por otro lado, hay otra denuncia también permanente, que es la competencia desleal con productores extranjeros. Has tenido algún caso puntual en Andalucía en los últimos meses de empresas. ¿Qué se puede hacer para acabar con esto?
Tenemos constantemente incidentes. Por una parte, la importación de plagas cuando entran cítricos, patatas y demás que traen plagas que no hay en estas latitudes y, esas plagas nuevas, al no tener depredadores y al encontrarse en campo abierto, normalmente explotan. En los últimos años ha habido una invasión de plagas. Eso ya empieza a ser un problema. Luego está el problema de que los agricultores españoles y europeos tienen que cumplir una serie de reglas muy estrictas por cuestiones de carácter medioambiental y por eso no podemos utilizar determinados productos fitosanitarios. Pues si nosotros no podemos utilizar todas esas herramientas y competimos con alguien que sí puede, aparte de que tiene unos costes laborales completamente distintos, pues obviamente estamos enfrentándonos a una competencia desleal. Esto, por decirlo gráficamente, es como jugar al fútbol con un equipo que tiene unas reglas distintas al tuyo y más favorables, con lo que al final le es más fácil marcar un gol.
Para poner un ejemplo muy concreto, por la sequía y por la temperatura alta tenemos una campaña con menos cantidad de cítricos. Egipto, que tiene mucha producción de cítricos que no cumplen ni de largo todas esas reglas que cumplimos aquí y, ante las dificultades y los riesgos para cruzar el Canal de Suez por la guerra en Gaza, abandona los Emiratos y Oriente Medio, las zonas que constituyen su comercio natural, trae sus productos aquí y revienta el mercado, porque prefieren tirar los precios a tirar los cítricos.
Se está colocando naranja en el puerto de Rotterdam a menor precio del que estaba aquí, con muy poquito control. A Holanda le da exactamente igual que entre más o menos cítricos, porque ellos no producen, ellos comercializan y entonces no parece que sea su prioridad controlar ni las plagas, ni las cantidades que ingresan por su puerto.
Por eso tiene que quedar extraordinariamente claro de dónde viene el producto, porque el consumidor tiene derecho a saber que está comprando, debe saber si las naranjas que compra son de España, de Marruecos de Egipto, de Sudáfrica, o de donde sean. Lo que queremos son reglas justas que nos permitan competir. Lo que queremos es lo que se llama cláusulas espejo, lo que yo tengo que cumplir que lo cumpla también aquí quien venga a competir conmigo. Y entonces tendremos algo más razonable.
Esto por lo que se refiere a los extracomunitarios, pero en Europa, algunos han puesto también algún tipo de problema, por ejemplo, Francia, en el caso de los tomates.
El problema es distinto. Sí, porque en contra de lo que se dijo, de forma bastante sorprendente y con una ignorancia realmente notoria, uno de los principios fundamentales de la Unión Europea es la unidad de mercado.
Si los andaluces hacemos un tomate estupendo, barato y de buena calidad, que es muy valorado por parte de los franceses, lo que no se puede es volcar los camiones simplemente porque ganamos la partida legalmente, o sea, en franca igualdad.
Han hecho ustedes varias movilizaciones, han hablado de que son movilizaciones por la supervivencia del campo, ¿han tenido ya alguna respuesta, han visto que surtían el efecto que esperaban?
Ha habido una muy tímida respuesta por parte de la Unión Europea. Todo esto ha servido para algo, que es la gran pregunta que yo creo que nos hacemos. Sí. Aparte de esas medidas de flexibilización que son bastante poca cosa, mucho menos de lo que mínimamente hubiéramos esperado, sí ha servido para que, por primera vez, no solamente la ciudadanía, sino las autoridades comunitarias, empiecen a comprender que la política agraria comunitaria no va en la dirección adecuada. Yo creo que ese es el mejor efecto que ha podido tener. Es mi opinión sobre todo este movimiento bastante espontáneo que hemos vivido. Pero ¿estamos contentos? No. Lo que esperamos es que ahora que empieza a debatirse la PAC post 27 se tenga en cuenta esta situación.
El agua es una gran preocupación y aunque el problema ahora mismo parece que se ha aliviado un poco con todas estas lluvias que han caído, ¿cuánta agua se pierde en Andalucía? ¿Ahora mismo ya tenemos lo suficiente para que deje de ser un problema?
No, el agua es un problema y desgraciadamente seguirá siendo un problema
porque tenemos la climatología que tenemos. Yo creo que hemos mejorado increíblemente la capacidad de aprovechar el agua. En estos años hemos sabido aprovechar la poca que teníamos hasta la extenuación, tener menos producción, pero salvar la arboleda. Ahora mismo hemos resuelto el problema de hoy para mañana. Creo que merece una reflexión sobre como acometer globalmente una solución estable a lo largo del tiempo, que, como tantas cosas, no será solamente una medida financiera. Muchas medidas sumadas conseguirán paliar la situación o llegar casi a resolverla. Tendremos que mejorar el reciclado de las aguas. Tendríamos que poner en marcha grupos de técnicos realmente independientes que, sin hacer la típica evaluación interesada, dijeran cuales son las posibles soluciones. Yo no soy un experto, pero hay veces que me llama la atención el hecho de que hay momentos en los que llueve y tenemos una enorme cantidad de agua circulando por los ríos, muchas veces tanta agua que hace daño y yo digo si pudiéramos de forma puntual aprovechar esa agua en ese instante. Se podrían establecer algunos sistemas de captación casi a título individual, en los propios cauces, y por supuesto de forma reglamentada.
Los productores agrícolas, ganaderos y la cadena de distribución se esfuerzan mucho cada uno por su parte para hacer entender a los consumidores por qué han subido los precios. A su juicio ¿dónde está el problema realmente y, sobre todo, me gustaría saber si los precios van a bajar alguna vez?
La música va por barrios. El trigo hoy vale en el mercado lo mismo que hace 40 años para el agricultor, pero todo lo que cuesta producirlo ha subido. En el caso del aceite hemos pasado de producir 1.600.800 toneladas a poco más de 800.000.
El año que viene, como ha llovido habrá más aceituna, habrá más aceite y el precio del aceite no será el de este año, porque el precio de este año era tan alto, porque había carestía.
Pero los precios no van a bajar de forma generalizada.
Otra cosa que nos preocupa es la caída del consumo en algunas cosas importantes para nosotros, como, por ejemplo, los cítricos. Se ha traído mucha naranja de Egipto, de muy mala calidad y mal sabor y eso hace que el consumidor le pierda el gusto a consumir naranjas.
Hablando del relevo generacional como uno de los grandes problemas del campo. ¿La tecnología y la innovación pueden ser la solución?
La tecnología y la innovación han sido la solución hasta ahora. Otra cosa es que hasta qué punto vamos a estirar el chicle por decirlo de alguna manera. Ahora mismo, gracias a la tecnología, tengo más producción con menos input. Muchos agricultores en nuestra toma de decisiones pensamos a futuro que cómo podemos manejar nuestras producciones de manera que esto pueda ser rentable y tenemos mucha dificultad en conseguir el relevo generacional porque nuestros hijos han tenido posibilidad de acceder al mundo universitario, a tener horizontes más abiertos.
¿Qué previsiones tienen para este año?
Ahora mismo estamos contentos porque ha llovido. Teníamos una perspectiva terrorífica antes de Semana Santa, con unas dotaciones de agua para los cultivos de riego incluso peores que el año pasado y ahora no estamos aún en la dotación media, pero sí en un 60% y con la capacidad que tienen los agricultores para adaptarse. Creo que eso da una buena perspectiva.
Creo que también los grandes cultivos de secano: el trigo, el girasol van muy bien desde el punto de vista de agrícola. Y el olivar tiene una perspectiva muchísimo mejor que la del año pasado.
Ya sé que los agricultores siempre tenemos fama de estar quejándonos de todo, pero yo creo que hasta ahora está razonablemente bien. La cosa es que mañana no se ponga el termómetro a 40 grados y se pase un mes a 40 grados y nos tire por tierra todo, porque en esto vivimos, pero eso ya sabemos que puede ocurrir.
Respecto a Los precios mal, y por ejemplo en el aceite preocupa mucho qué pasará cuando empecemos a tener una producción normalizada.
Y luego está el tema del precio para el agricultor y el precio para el consumidor. Muchas veces el consumidor tiene un precio muy alto que no justifica para nada lo que le están pagando al agricultor.
Por otra parte, el tema de la mano de obra empieza a ser un problema realmente serio, por los costes y por la disponibilidad. Es un asunto tremendamente preocupante al que el sector y especialmente las administraciones deberían darle una pensada.
Es hora de empezar a tener conciencia de todo esto. Vivíamos todos muy felices porque el gas ruso era baratísimo y todo era una maravilla hasta que vino el conflicto en Ucrania y entonces nos dimos cuenta, especialmente los alemanes, que habían desmontado todo su sistema de producción energética y que iban a pasar mucho frío en invierno. Pues puede pasar lo mismo si no conseguimos al menos de una forma razonable la autonomía alimentaria, puede que nos encontremos un día por la mañana con que vas al supermercado y no hay todo lo que tú quieres. O a lo mejor no hay de alguna de las cosas que son necesarias.