Nos encontramos en un momento en el que, por desgracia, los datos económicos en España siguen sin acompañar. La última Encuesta de Población Activa correspondiente al primer trimestre de 2023 y publicada por el INE, nos trae datos negativos, a pesar del relato del gobierno. Seguimos destruyendo empleo y viendo cómo baja la ocupación entre los jóvenes menores de 25 años, (España tiene la segunda tasa de paro juvenil más alta de la UE). No se pierde más empleo porque este se está repartiendo entre más personas; podemos ver cómo cae el empleo a tiempo completo y aumenta el empleo a tiempo parcial. En Andalucía, sin embargo, las noticias han sido más positivas: los mayores incrementos de empleo del trimestre se dieron en nuestra comunidad. Los datos de inflación, que muchos pensaban que estaría solucionada a comienzos de 2023, siguen siendo preocupantes, con una subyacente situada en el 6,6% y por encima de la tasa general desde diciembre de 2022. En esta situación toca enfriar la economía subiendo tipos de interés, lo cual supone una clara dificultad para el acceso a la financia- ción de particulares y empresas. Pero así debe hacerse para controlar la inflación.
En este contexto económico, asistimos en marzo a situaciones ciertamente comprometidas de algunas entidades financieras que nos llevan a preguntarnos, ¿podría ocurrir lo mismo con algún banco español? Para entender los casos de Silicon Valley Bank y de Credit Suisse, y valorar si podrían replicarse en nuestro sistema financiero, habría que empezar por explicar cómo se lleva a cabo la actividad bancaria y cómo puede llegar a quebrar una entidad de este tipo
Habría que empezar por explicar que la actividad de intermediación financiera que llevan a cabo los bancos resulta bastante compleja y arriesgada. Fundamentalmente porque los bancos, para obtener una rentabilidad, captan depósitos a muy corto plazo que utilizan para prestarlos a plazos que habitualmente son mucho mayores. Al desarrollar esta actividad, se genera lo que conocemos como riesgo de liquidez, que es la probabilidad de que el banco no contase con el suficiente efectivo en sus cuentas para cubrir las demandas de los clientes en un momento dado. Los bancos tienen un balance diferente al resto de las empresas. En su activo (inversiones) tienen básicamente 3 partidas: activos productivos, que son todos los préstamos y operaciones mediante las que prestan dinero a sus clientes y obtiene una rentabilidad; los activos de encaje, que son la parte de los depósitos recibidos que deben mantener como liquidez para el desarrollo normal de su actividad diaria y los activos improductivos. En su pasivo (financiación y obligaciones) tienen los depósitos de los clientes; la deuda que emiten y el patrimonio neto, compuesto básicamente por el capital social y las reservas.
¿Qué problemas pueden sobrevenir a un banco para llegar a una situación de quiebra? La quiebra de un banco puede venir tanto del lado de su activo como del de su pasivo. En determinados casos, cuando aparecen dificultades de pago de los prestamistas a las entidades financieras, como ocurrió en el caso de la crisis de las hipotecas subprime, los activos de la entidad empiezan a perder valor. Esta circunstancia provoca una bajada de valor de los fondos propios de la entidad, que puede acabar, en situaciones extremas, en la quiebra. Pero también puede ocurrir que una situación negativa del mercado provoque una retirada masiva de depósitos del pasivo. La entidad, para hacer frente a esta situación, se vería obligada a vender ciertos activos de manera precipitada y a precios bajos. Esta circunstancia podría llevar también a la descapitalización de la entidad y, por lo tanto, a la quiebra.
¿Qué es lo que ha ocurrido en estos últimos meses con algunas entidades financieras que se han visto involucradas en situaciones comprometidas? El banco americano Silicon Valley Bank contaba en su activo con una serie de inversiones, con bastante peso, en bonos del tesoro americano a L/P. En un momento dado, la subida de tipos de interés provocó una fuga importante de depósitos de inversores que buscaban más rentabilidad. Como el patrimonio neto del banco no resultaba suficiente para hacer frente a esta situación, se vio obligado a vender a pérdidas un número importante de sus bonos a L/P para cuadrar el “descalce” que se estaba produciendo en su balance. El pasado 13 de marzo saltó a los medios la noticia de la complicada situación en la que quedaba el banco americano. La crisis de 2008 tuvo un origen en el riesgo de crédito, es decir, en la insolvencia de un número importante de créditos de baja calidad. La crisis de Silicon Valley ha tenido su origen en el riesgo de mercado (subida de tipos de interés).
La situación de Credit Suisse, que conocimos el 15 de marzo, tuvo como origen toda una serie de escándalos internos, problemas en el negocio, pérdidas multimillonarias (7.290 millones de francos suizos en 2022) y contingencias judiciales reiteradas. Esta situación provocó una importante sangría de depósitos y, su primer accionista, el Saudí National Bank (SNB), descartó seguir aportando capital a la entidad suiza.
¿Sería posible vivir en España una situación similar?. En principio, tanto en España como en Europa, el sistema financiero es bastante solvente. Las entidades españolas pasan cada año un test de estrés y cuentan con un exceso de liquidez y de capital importante. Además, por regla general, nuestras entidades cuentan con una base de depósitos mucho más estable y diversificada. No obstante, aunque resulte bastante improbable, nunca se puede descartar al 100% que las subidas de tipos de interés que está llevando a cabo el BCE para combatir la inflación, pudieran provocar en algún momento un incremento importante en las tasas de morosidad, o retiradas de depósitos en busca de rentabilidades más altas, que generaran alguna tensión en el balance de alguna entidad financiera.