El talento como activo global en la economía del conocimiento
Los países más avanzados del mundo se definen por su capacidad para identificar, desarrollar y proyectar talento. Esta premisa está respaldada por informes de referencia como el Global Talent Trends de Mercer (2024), que indica que el 58 % de las empresas líderes están reformulando sus estrategias con el talento como eje central de su competitividad. En la economía del conocimiento, el capital humano se ha convertido en el principal vector de crecimiento, innovación y resiliencia organizacional.
Hoy, en el contexto empresarial, el talento no es solo una suma de habilidades: es la capacidad de transformar ideas en impacto.
Talento, propósito y liderazgo: el nuevo ADN competitivo
En España, el desarrollo del talento ha sido tradicionalmente un reto y una oportunidad. Nuestro país destaca por la elevada cualificación de su población joven, con un 41 % de titulados universitarios entre los 25 y 34 años según datos de la OCDE (2024), pero también arrastra desafíos estructurales en la conexión entre el sistema educativo y las necesidades cambiantes del mercado laboral. La cultura del esfuerzo y del mérito ha ido ganando terreno en las últimas décadas, especialmente en los ecosistemas emprendedores e innovadores, donde la adaptabilidad, el aprendizaje continuo y la colaboración son claves.
Las organizaciones más exitosas del mundo no solo identifican talento: lo desarrollan, lo cuidan y lo alinean con un propósito compartido. Porque sin propósito, el talento pierde rumbo y difícilmente alcanza su máximo potencial.
Esta afirmación cobra especial sentido en un mundo donde la automatización y la inteligencia artificial están transformando los perfiles profesionales, y donde la creatividad humana y la capacidad de colaboración marcan la diferencia.
Andalucía: donde el talento se proyecta con identidad propia
Andalucía es hoy un claro ejemplo de cómo el talento puede ser el eje de transformación de una región. Aquí, el talento no solo se mide en términos de innovación, sino también en arte, esfuerzo, tenacidad, empatía y una forma de entender la vida que mezcla tradición con ambición. Nuestro principal activo no es solo nuestro paisaje, ni siquiera nuestra historia: es nuestra gente. Y esa verdad se celebró hace unos días en Madrid, con acento andaluz, orgullo y visión de futuro.
Los Premios al Talento Andaluz, organizados recientemente por la Junta de Andalucía en los Teatros del Canal, sirvieron como escaparate de esa diversidad de capacidades que definen nuestra tierra. No puedo contaros todo lo que se vivió aquella noche, pero sí comparto lo que me llevé: la emoción de ver cómo el talento andaluz brilla con luz propia cuando se reconoce y se celebra.
Como ejemplo, Roberto Leal nos emocionó al dedicar su premio a sus abuelas, “mis mayores maestras”, recordándonos que el talento no se construye en soledad, sino con raíces, memoria y gratitud. Él nos enseña cada día que la autenticidad y la cercanía también son formas poderosas de liderazgo.
Laura Baena, fundadora del Club de Malasmadres, es la voz de miles de mujeres que se atreven a emprender y exigir conciliación real. Siempre dispuesta a sumar, a dar visibilidad y a estar donde hace falta, representa un nuevo liderazgo, valiente y transformador. No estaba sola. Una de las cosas que más me gustó fue compartir espacio con mujeres andaluzas excepcionales, que están marcando la diferencia y lideran desde la cercanía, la valentía y la coherencia. Mujeres que inspiran con hechos.
El ADN emprendedor tuvo como referente a Raúl Berdonés, que desde Granada, ha demostrado que pensar en grande desde lo local no solo es posible, sino inapelable. Ha hecho de su tierra una plataforma para competir en la primera división del sector audiovisual. Su visión estratégica y su convicción han llevado el nombre de Andalucía a los grandes mercados internacionales.
Y no puedo dejar de mencionar al pianista Chico Pérez. Escucharlo nos recuerda que el talento también es atrevimiento, mezcla, ruptura con lo establecido. Chico es uno de los grandes exponentes del talento jienense y, sin duda, de una nueva generación que hace del arte un puente hacia el futuro.
Un reto colectivo para activar todo nuestro potencial
La gran pregunta ahora no es si tenemos talento —porque lo tenemos—, sino cómo lo conectamos mejor con las oportunidades. Cómo lo cuidamos desde la infancia. Cómo lo formamos para los retos que afrontamos. Cómo lo integramos en modelos de negocio sostenibles. Cómo lo proyectamos al mundo con una visión global y sin complejos.
En palabras de Angela Duckworth, psicóloga y autora del libro Grit, “el talento es importante, pero la pasión y la perseverancia lo son aún más”. Esta combinación, clave para generar impacto, es también la base del liderazgo andaluz: un liderazgo que escucha, que colabora y que se anticipa.
Invertir en talento es invertir en futuro
El verdadero progreso llegará con personas capaces de imaginar y construir lo que aún no existe. Con andaluces que no se conformen con repetir lo de siempre. Con jóvenes que se atrevan a pensar distinto. Con empresas que vean el talento como su activo más estratégico.
Para estimular ese talento en nuestras organizaciones y territorios necesitamos repensar nuestras prioridades y activar estrategias alineadas con los entornos más innovadores del mundo. Necesitamos políticas públicas audaces, que conviertan el talento en el centro de las estrategias de desarrollo económico y social. Cuando todo esto se alinea, las organizaciones no solo crecen: se transforman. Es lo que ya está ocurriendo en los ecosistemas más dinámicos del mundo, donde el propósito compartido, el liderazgo transformador, los modelos de trabajo centrados en el aprendizaje continuo, la cultura de innovación y diversidad, y las políticas públicas alineadas con el talento, se combinan de forma virtuosa para multiplicar el impacto económico y social.
Porque como dijo recientemente el presidente de CaixaBank en Andalucía, Juan Ignacio Zafra, “El talento es el gran factor de equidad, competitividad y cohesión social. Allí donde se reconoce, se impulsa y se conecta, florece el desarrollo”. Todos somos agentes de talento. No solo lo tenemos, también lo multiplicamos o lo desaprovechamos. Porque el futuro no se espera, se construye con decisión, propósito y compromiso colectivo: “El talento es el gran factor de equidad, competitividad y cohesión social. Allí donde se reconoce, se impulsa y se conecta, florece el desarrollo”.
Y ese, sin duda, es el camino que tenemos por delante.